Capilla San Antonio y Puente Colorado, Formosa

Capilla San Antonio

Hoy Irma, alguien que aprendí a apreciar desde que la conozco, por estos hilos,  de las redes sociales…compartía una de las fotos que hice hace casi un año de la capilla San Antonio.

Luego de verla, pensaba en re publicarlas pero mientras veía las fotos, recordé que antes de aquel día les hice más fotos al lugar, así como también al Puente Colorado.

Tanto el Puente Colorado, como la Capilla San Antonio eran puntos convergentes hace algunos años, en días  como el de hoy, los 13 de junio.

Puente Colorado

Aljibe de la Capilla 

Campanario de la Capilla

Detalle sobre el Aljibe con el año de Construcción

Lateral de la Capilla

Difusamente recuerdo con la memoria de quizá unos 5 o 6 años, largas caminatas por las vías del tren, en dirección hacia la Capilla…

Gente que se iba acoplando a la caminata, saliendo de pequeños senderos que venían de los barrios y una larga fila de personas llenaban el camino de las vías del tren, también fuera de ellas, los más apresurados por adelantarse.

Muchos de ellos, promeseros vestidos como el santo, con aquellas túnicas de color marrón, en su mayoría  pequeños que seguramente iban a modo de agradecimiento, vestidos de esa forma a visitar y cumplir con el santo.

Por aquellos días, esas procesiones eran una especie de reunión entre familiares que se avisaban días antes para ir juntos a la capilla.

Aquel día aparecían las abuelas, las tías, los primos y cuanto pariente uno no veía hacía tiempo, pero aquel día se hacían presente en la casa, del que más cerca tenia al santo por aquellos años y desde ahí, y a modo de sacrificio personal, dedicado al santo, iniciar la caminata.

La verdad, es que no se, si el camino por aquel entonces era tan largo como lo sentía, o solo me lo parecía desde mi percepción, por la edad que tenía.

Eso sí, recuerdo la emoción, del querer ir…y el arrepentimiento, del haber ido, arrepentimiento que me surgía a mitad del camino…

El dolor, el cansancio del recorrido y luego las largas horas alrededor del lugar, ya que las familias iban cargadas de comida y refrescos dispuestas a pasar casi el día entero, algunas de ellas.

La caminata era lenta y pausada, porque el camino era un poco sobre tierra, otro poco sobre los rieles y los maderos que sostenían las vías,  luego venia encontrarse con el Puente Colorado…

Puente Colorado hoy día

No todos se animaban a atravesar caminando por encima, el vértigo que generaba su altura era tolerado solo por algunos y los que no podían cruzarlo por encima, bajaban hacia los costados de las vías y lo cruzaban saltando entre piedras incrustadas, en el agua que corría por debajo de aquel puente.

Ver eso, si era uno de los momentos divertidos del recorrido, las piedras solían moverse y más de uno metía los pies en el agua, esos los que no caían en ella,  luego de fracasar con los malabares de equilibristas, ayudados de sus bolsos de comida y agua que llevaban para pasar el día.

Los que intentaban cruzar, solían reír y pegar gritos acomodando el coraje, mientras los de arriba solían reír desde lejos mientras los veían y escuchaban.

También estaban los momentos graciosos de quienes enfrentaban su temor queriendo cruzar el puente por encima,  sujetos de los brazos de parientes, agarrados de los hierros laterales, otros semi gateaban entre madero y madero, evitando mirar el precipicio,  mientras la larga fila de personas detrás, los cruzaban por al lado.

Los que hacían el intento, de vencer esos miedos y pese a intentarlo no podían, ya sabían cuál era la forma de pasarlo.

Luego también estaban, las caras de satisfacción, de los que si habían podido…eran  pequeñas victorias personales, del otro lado del Puente Colorado, como es de suponer, los más creyentes le agradecían al santo en voz alta, el haber podido pasar.

Esos son los recuerdos que tengo de aquellos días…por mucho que intento recordar a la capilla y el gentío en ella…no surge de mi memoria más que los del camino hasta ella…

Recuerdos de infancia de los 13 de junio, camino a la Capilla San Antonio…. 

Bancos frente a la Capilla

Vista Lateral derecha de la Capilla

Vista lateral derecha casi en los limites de la Capilla

Vista lateral Izquierda entrando a predio de la Capilla

Campanario y Comedor

Los días de un Isleño, en estos tiempos de inundaciones… Isla de Oro, Formosa.

Riacho de Oro, Formosa 

Ramón, El Moncho, vive en la Isla de Oro, junto a su compañera de vida, Lucia.

Los acompañan sus dos perros, la Negra y Manchita, un gato malhumorado del que no recuerdo si tiene nombre, seis cerdos, cuatro  de ellos de gran tamaño y dos más pequeños, unas dos docenas de gallinas y por ultimo un ganso, uno que se ganó desde hace poco, el título de Ganso Viudo, después de la visita de una Curiyú, una de tantas que los visitaron en estos días para alimentarse de sus animales...

Desde que las aguas comenzaron a subir, fue construyendo pausadamente donde tenerlos…

Sobre las escaleras que suben hacia su  casa, improviso una rampa con tablas que fueron de viejas canoas y así, uno a uno fue subiendo a sus cerdos por la rampa...

Después de sujetar, a cada uno con sogas, un poco a tirones y otro poco a golpe de ingenio le iba dejando puñados de maíz para que fueran subiendo, atravesaran parte de la casa y cruzaran una pasarela de tablones angosta, entre su casa y el nuevo chiquero, donde cada uno tenía su propio espacio esperándoles...

Desde entonces sus animales están a resguardos, salvo las gallinas y aquel ganso que fueron víctimas, de la naturaleza misma, en la cadena alimenticia, entre animales silvestres y los de granja.

Al visitarlos un día, me encontré con una tremenda Curiyú, a  la que sorprendió cuando mataba a una de sus gallinas, el día anterior ya le habían desaparecido unos cuatro y a esta, la había visto.

Las Curiyú, estaban teniendo a su casa como un lugar donde venir a alimentarse…

Aquel día las aguas cubrían la isla hasta por encima de los tobillos, Moncho tenía hirviendo agua  para quitarle las plumas a la gallina que termino de matar el mismo, luego de sorprender a la Curiyú…

Mientras el agua estaba a punto, intente encontrar las imágenes que mejor mostraran lo que sucedía, pero ese día no era lo más sencillo de hacer, caminábamos en el agua y además de eso llovía, era un día de esos grises y la atmósfera me era compleja de manejar, pese a ello, hice el mejor de los intentos, mientras veía a la gallina muerta, sobre un pedazo de tronco, que lo distanciaba de las inquietas aguas de aquel día…

Finalmente, Moncho la sumergió por unos segundos en el agua, la colgó de una de sus patas y le comenzó a quitar las plumas, la despojo de su cuello con un corte limpio  y comenzó a retirarle las vísceras, y yo ahí desacostumbrado a lo que veía…esperaba salieran las vísceras, en aquella bolsita que suelen venir cuando las compramos congeladas en un supermercado…

Apenas la idea sucedía en mi cabeza, se lo contaba a Moncho y reíamos de lo gracioso y absurdo se oían los comentarios de mis pensamientos en ese momento…

Para, quien pueda preguntarse, _ porque siguen ahí rodeados de agua, _bueno tanto Mocho como Lucia nacieron en la Isla….

Literalmente son nacidos en ella…

Él fue pescador desde muy temprana edad, en el 82 la vida lo invito a ampliar sus horizontes y vivió en las capitales de otras grandes ciudades del país, hizo bueno parte de su vida en ellas, pero los vientos de la vida, lo hicieron volver hace unos 10  años…

 Desde entonces, vive nuevamente en la Isla de Oro.

Volvió con un poco de capital, invirtió en hierros estructurales y sobre ellos construyó su casa, nuevamente en la isla, a un par de metros sobre la tierra, con paredes de madera, al igual que sus pisos y  los techos de zinc…

El y Ella, son parte de la historia del lugar, un par de pocos, que aún pueden contar concretamente sobre otras épocas de la Isla de Oro…

 

Algunas veces cuando Moncho es poseído por sus recuerdos de juventud en la Isla, y los pone en palabras, es de los que hablan de Canoas repletas de peces, Una escuelita en medio de la Isla, Una cancha de fútbol, Misa  los domingos, Un destacamento Policial, Caminos por donde Vehículos atravesaban la Isla hasta Isla Nueve, Cuando los extremos del riacho, eran apenas un canal, el que casi podías saltar para cruzarlo, Muchas familias viviendo en la isla, Plantaciones de Verduras y Árboles Frutales…

Eso quizá responda en parte y de alguna forma por qué continúan ahí… además de que el lugar es bello aun inundado…

La Gente de la Isla, es Igual a Vos…que llegaste hasta aquí, leyendo sobre ellos…. y son iguales  a Mí, que puedo conocerlos…

Es Gente con días buenos y otros no tantos…

Es Gente con  Procesiones Personalmente Individuales, como todos…

Con Miedos y Esperanzas…

Tristezas y Alegrías…

Es Gente que  ríe y ríe mucho….Pero que  también se pegan sus lagrimones cada tanto….

Solo que ellos hoy, están viviendo, en su propia Isla, suspendida sobre aguas que cubren otra Isla…

Ellos Son Isleños...

Y Así…. Los días de Un Isleño, en estos tiempos de Inundaciones, en la Isla de Oro, en Formosa….

UN PEQUEÑO VIAJE POR EL RIACHO DE ORO, FORMOSA...

El día después de la noticia de los peces muriendo, por lo que sea que fuera, había en las aguas, recorría el riacho después de mucho tiempo. El Capitán de la embarcación, Isleño de a de Veras, como diría su Compañera, andaba con ganas de paseo y ligue invitación a recorrerlo en la travesía de esa tarde…. 

Riacho de Oro, Formosa 

| Moncho por el Riacho de Oro 

| Riacho de Oro

El paseo, tuvo un par de paradas, visitamos por unos minutos a Curi, El Señor de los Carpinchos, a ver, que tal andaba, hacia tiempo que no lo veía.

En mi haber, contabilizo nuevos metros de la Isla bajo mis pies. Al volver visitamos a Armoa, otro isleño al que conocí un tiempo antes, pero aun no lo había visitado donde vivía, solo charlamos desde la costa aquel día. 

Al bajar nos invito a conocer el lugar, caminamos un buen rato, mientras charlábamos sobre el pasado de la Isla de Oro, fueron nuevos relatos escuchados atentamente, pequeñas Grandes Historias del Pasado, contrastadas con el hoy del lugar…

Aquel día, el aroma de las aguas no era el de siempre, en ella se sentían olores desconocidos que se desarmaban en el aire, cuando el agua golpeaba la costa y la vegetación.

Los peces se asomaban a la superficie del agua entregados a su suerte.

Aquellos que frecuentan o viven próximos al Riacho de Oro, no los pescaban, aquel día los cosechaban del agua, como si fueran naranjas que flotaban en ella, otros los subían a sus canoas dándoles un solo golpe, elegían de entre tantos... con cual de ellos quedarse....